martes, 21 de enero de 2014

Tardes de domingo


Los domingos tenían dos partes bien definidas y antagónicas: la mañana luminosa y festiva en la que el paisaje parecía estrenarse y con él la vida.

Las tardes de domingo en inviernos de infancia se apagaba la luz de lo posible y la angustia asomaba para dar el zarpazo.

Las tardes de domingo; esa desolación de algo que acaba y nos lanza en su fin al pozo de la ausencia.

Las tardes de domingo. De vuelta al internado. Pasillos en penumbra y habitaciones frías y calladas,

Por las calles sin gente yo caminaba llevándome a mí misma como un lastre imposible y doloroso. A través de la puerta de un café se colaba la sintonía del programa "Cesta y puntos".

Trás de mí, los pájaros se iban comiendo las miguitas de pan, las señales brillantes del regreso, la esperanza.

Esas tardes de domingo en inviernos de infancia.

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