martes, 25 de febrero de 2014

Cuestión de olfato

Yo tengo un olfato de perro rastreador y si recorres conmigo a medio día la escalera de El Arrabal 14 alcanzarás a conocer a mis vecinos como si vivieras con ellos. Por el olor se se puede saber casi todo. Por ejemplo hay personas que huelen a muerto vivo, otras huelen a crudo (como los perros húmedos), otras huelen a ahogado y, las más huelen a sudor indeciso y a cansancio. Mi escalera a la una huele por puertas y personalidades, por pobreza, por arte, por destino.

En el principal, la criada de doña Gracita ha preparado la comida preferida de Vicentín: pollo en pepitoria y natillas. Lo sabemos porque a Vicentín le gusta presumir de que él no tiene que esperar al domingo para comer pollo. La gloria seguro que huele como el descansillo de doña Gracita.

Por debajo de la puerta de doña Joaquina en el primero derecha, se cuela un aroma a chicharros fritos con aceite usado. Un olor a pobreza lenta y sin sobresaltos. Don Jacinto, su vecino de descansillo, como es muy higiénico también con la comida suele tomar mucho cardo y borraja que facilitan el tránsito. La casa de don Jacinto huele como las polonesas de Chopin: a tristeza.

Hoy en mi casa, al haber invitados, han preparado menestra de cordero. Un plato concienzudo y trabajoso que huele a fiesta y a flores de alcachofa. En la puerta de al lado, Patrito le prepara a doña Patrocinio sesos a la romana y sopa de picadillo. Doña Patrocinio se queja siempre de que todo le sienta mal y tal vez sea cierto porque hay personalidades que solo digieren lo podrido de la vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario