miércoles, 5 de febrero de 2014

La muda

Cuando nos dan las vacaciones en el colegio, Luci suele llevarse a mi hermana unos días a su pueblo porque a ella le sienta bien embrutecerse y sin embargo a mí  dice mi madre que no me conviene nada avanzar en una disciplina en la que ando sobrada y que mejor me quedo y preparo para septiembre las seis asignaturas que me han quedado.
El año pasado sólo me quedaron tres y sí que fuí. En el pueblo me hice amiga de María Isabel y resultó una experiencia estupenda porque sólo hablaba yo y eso desahoga una barbaridad.
María Isabel es una adolescente muda. Bueno no; en realidad habla, pero sólo con sus padres y a través de insultos.
En las horas de siesta, cuando el calor aprieta y los perros se acuestan al frescor de las sombras, a veces se escucha la voz de María Isabel:
-¡Hijo putaaaaaaaaaa!
Y el insulto avanza por las calles vacías como un eco, se cuela en el cuarto en penumbra de doña Tula, que se acuesta sobre la colcha en combinación, y es escuchado dos casas más abajo por don Desiderio (párroco del pueblo) y por Inés, su sobrina, ambos en cueros.
-Don Desiderio, ¿lo ha oído?
-¡Qué hacer, hija mía! Esta muchacha es enteramente una zulú. Dios en su misericordia debería habérsela llevado al nacer y nos hubiéramos ahorrado estos laberintos.
-¡Mamonazooooooooooo!
En la plaza, a Trini no le molestan las voces porque está muy enfrascada contando las moscas que hay pegadas en la tira de papel engomado que pende del techo. Ya va por 48. Hasta que no caigan 100 no cambiará el papel porque Trini es una mujer muy económica y mirada con el gasto. Trini, con una bacalada y la matanza vive todo el año. El marido se echa la siesta en el zaguán tumbado sobre unos cartones porque la Trini dice que suda. Él la aguanta porque es limpia y ahorradora, virtudes importantes en una mujer.
-¡Quinariooooooooooo!
María Isabel, en ocasiones se enreda en insultos que nadie entiende. María Isabel quiere ser locutora de televisión o bailarina de la Ópera de París.
Es lo que tienen los sueños, que son libres y extraños. Como los pájaros que cantan de noche.

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