Estoy
sentada en el escalón 43 y escucho discutir con su madre a la señorita
Balbina. La señorita Balbina es soltera y vive con su mamá, una señora
que padece de la vesícula y vive a base de agua de Vichy.
A
través de la puerta del tercero interior se cuela un rumor de rosario
porque esta semana les toca tener la capilla portátil con la Virgen del
Carmen. El lunes la subirá la muchacha a casa de los Ramírez y ya después nos corresponderá a nosotros.
Doña Joaquina se recoge en su casa algo enfadada porque esta tarde ha
perdido una peseta y media jugando al julepe con Solita Garmendia y su
sobrina Dorita, que viven en el principal. Doña Joaquina no prende la
luz al entrar y se aprovecha de la que proyecta el farol de la calle.
Doña Joaquina se prepara unas sopas de ajo para cenar, bien cargaditas
de pimentón y con una pastilla de avecrem. Doña Joaquina vive de la
pensión que le quedó de su marido, que era factor de estación.
En el portal Estrellita intenta mantener a raya a su novio, que le pone
las manos por todas partes menos por una (que ella guarda obstinadamente
para cuando se casen). El novio oposita a notarías en cada convocatoria
pero no da una.
-¿Se puede saber qué haces ahí sentada como un pasmarote y cogiendo frío?
-Estoy viendo vivir, abuela.
-Anda hija; entra en casa y déjate de monsergas.
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