La luz exterior de cuela por las dos puertas
abiertas formando sobre el suelo dos anchas franjas de luz. Al fondo, el
sacristán atraviesa las naves y hace ante el altar una genuflexión de
soslayo, por la prisa y la costumbre. Junto al sagrario
arde una lámpara y desde dentro de las capillas laterales brotan toses
que resuenan en las altas bóvedas. Una losa de mármol con la inscripción
desdibujada cubre los restos de un obispo remoto.
-Ave María Purísima
-Sin pecado concebida
-¿Cuánto hace que no te confiesas?
Al padre Ceferino le huele mal la boca y se le reseca la saliva en las
comisuras de los labios dejando unas boqueras blancas repugnantes. Al
padre Ceferino también le huelen los pies y lleva siempre la sotana
nevada de caspa. El padre Ceferino tiene fama de tener la manga ancha a
la hora de impartir la penitencia y en realidad la tiene porque se queda
dormido en la penumbra del confesionario y no se entera de lo que le
dices. Una vez hice la prueba confesando que había matado a mi padre y
me impuso el padrenuestro y el avemaría de siempre. Un chollo, hasta que
me enteré que la cosa así no valía y que había que tener propósito de
enmienda. Yo lo tenía pero me duraba poco.
Entre las páginas del
misal Nacar Colunga que me regalaron en mi Primera Comunión llevo
recordatorios y estampas para distraerme un poco durante las tediosas y
largas misas y novenas a las que me obligan a asistir.
Mi madre es
una forofa de la Virgen del Perpetuo Socorro y tiene un maletín de
primeros auxilios espirituales parecido al de Santitos el practicante
pero sin inyecciones. En el maletín guarda unas páginas de papel
finísimo en las que está reproducida cientos de veces la imagen de la
Virgen en tamaño sello de correos. Cuando tenemos examen, o fiebre, o
indigestión, o histerismo, ella recorta un sellito y te lo hace tragar
con un poco de agua. (Mi madre descubrió la importancia de la fibra en
la alimentación antes que nadie. Y yo, debido a mi carácter indómito y a
mi mala salud, ingerí tal cantidad de fibra en modo reliquia que
hubiera podido echar de mi cuerpo un jersey de manga larga).
-Mamá.
-Qué quieres. En la iglesia no se habla.
-Mamá: por qué te gusta más la Virgen del Perpetuo Socorro que la Virgen del Carmen.
-Porque es mejor.
-Ah.
También me enteré entonces que los misterios del señor eran insondables… Como algunas razones de mi madre.
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