-Ortiz: hábleme del diptongo
-Eso no me lo sé. Igual mejor le hablo del acento pronóstico que ese sí me lo sé.
-Querrá usted decir prosódico.
La madre Dorita cuando me equivocaba acompañaba cada sílaba con un golpe de nudillos en la cabeza
-Pro-so-di-co
Los lunes teníamos gimnasia y, con el polito blanco y la faldita a
cuadros (con los pololos debajo), había que salir al patio con
temperaturas que rondaban los 5 grados.
-Ortiz: hágame usted el pino-puente.
-Eso no me sale; mejor le hago la vuelta lateral.
La vuelta lateral tampoco me salía, pero era menos arriesgada.
La señorita Espe me ponía un cero sin enfadarse ni nada. La señorita Espe daba la clase con el abrigo puesto y una gorra con pon-pon.
-Ortiz: dígame usted las provincias Vascongadas
-Mire, mejor le digo, si no le importa, las de Extradura: son dos, Cáceres y Badajoz.
La madre Secundina, ni pactaba ni discutía.
-Siéntese, tiene usted un cero.
... Y así sucesivamente.
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