Tengo que decirlo: estoy subyugada. La
gastronomía llena casi toda mi vida y todo mi cuerpo. Mi mente es una
cáfila de chefs despertando capacidades creativas ignotas. Yo tenía fama
de ser buena cocinera de platos regionales de mi región, pero
he comprendido que de mis pucheros de barro al hidrógeno líquido media
un abismo y yo soy mucho de tender puentes, yo los abismos me los paso
por ahí. Así que me he metido de lleno en la cocina de autora y, como en
el fondo sigo siendo sencilla y a la pata la llana, os paso una receta
exclusiva de mi propiedad intelectual para que, con tiempo, vayáis
cambiando vuestros hábitos culinarios ordinarios y ramplones por éstos
en los que prima la finura y lo esencial como desestructura cíclica de
los elementos en base a atomizar.
RECETA: "Criadillas de canario-flauta rellenas de cerdo ibérico en salsa ácida de capullos de somormujo".
Ingredientes: Diecisiete pares de criadillas de canario-flauta,
cincuenta capullos de somormujo, medio diente de ajo macerado semana y
media en cincuenta mL de vinagre balsámico de Módena, veinte gramos de
sal del mar muerto, dos litros de agua en los que habrán cocido
previamente media docena de langostas vivas, cilantro, cominos, clavos
de olor, un puñado de semillas de prima donna y unas hojas del catecismo
del padre Astete.
Elaboración: mezclamos bien todos los
ingredientes y los pasamos por un cedazo de popelín cortado al biés.
Seguidamente procederemos a rellenar las criadillas utilizando para
cerrarlas una aguja de marear la perdíz. A continuación las pondremos al
sereno durante una noche para que se oreen.
Presentación: en cestita de macramé sobre un lecho de hojas de berza deshidratadas.
Ya me contaréis.
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