En el colegio era felicitada por mis
redacciones, lo único en lo que destacaba. El único ejercicio para
inventar un mundo paralelo en el que no morir. Redacciones en letra
redondilla, llenas de luz imaginada en sombras. Llenas de días desplegados
al sol entre la niebla de un presente yerto. Llenas de carne amable y
olorosa que permanece solo en la memoria. Redacciones de pacto con la
vida. Con chiribitas que nacen en un campo segado por la ausencia.
Redacciones para tensar el arco del destino aunque las flechas caigan en
el agua.
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