lunes, 10 de marzo de 2014

Insomnio

De madrugada
aúllan los perros bajo las farolas de luz amarilla.

De madrugada
suena la campanilla que abre paso al viático del moribundo.

De madrugada
el borracho intenta encajar la llave en una puerta que no le conoce.

De madrugada
sale un vaho caliente por la puerta del obrador de la panadería.

De madrugada
suenan en el empedrado los tacones de doña Manolita que acude a velar al Santísimo.

De madrugada
el ratón muerde el queso y hace soltar el cepo que le aplasta la cabeza.

De madrugada
el ascensor se detiene en el piso de don Jacinto que regresa de ayudar a nacer al hijo de Asunción, la de la tienda de coloniales.

De madrugada
y media hora más tarde, el ascensor vuelve a parar un piso más arriba para dejar en su casa a don José María que ha pasado la noche de putas.

De madrugada
Joaquín y Pepa hacen un amor ruidoso, de somier oxidado, un amor que no parece amor.

De madrugada
comienzan a cantar los pájaros con brío, ilusionadamente, como si estrenaran el mundo.

De madrugada.

Disimulo

Doña Patrocinio ha dejado a su hija en casa esperando al cobrador de “El Ocaso”. Le ha dicho a Patrito que pasaba a echar la partida a casa de doña Presen pero, en realidad, ambas se están comiendo (a escondidas de sus respectivas úlceras de estómago), una cazuela de caracoles preparados por doña Presen que tiene mucha mano en la cocina.

-Mira, Patro, lo que tienes que hacer es tenerlos unos días al aire colgados en una red. Después los lavas muy bien con sal y, una vez lavados, los pones en un puchero con agua fría y les dejas que vayan sacando el cuerpo fuera, entonces enciendes el fuego y cuando ya están muertos lo atizas al máximo para que hiervan un poco, seguidamente cambias el agua y dejas que hiervan otra vez. En el tercer agua echas una hoja de laurel y sal y los dejas cocer otro ratito. Aparte, fríes bastante tomate con cebolla y ajo picaditos poniéndole media cucharadita de pimentón dulce-picante. En otra sartén, fríes también una buena cantidad de apaños de tocino de beta, jamón y chorizo. Escurres los caracoles, los pones en una cazuela de barro y les echas por encima el tomate y los apaños y los dejas que se hagan lentito un rato. Les puedes echar también una guindilla que la da otra gracia y, desde luego, hacerlos de un día para otro para que cojan la sustancia.

Las dos amigas se meten entre pecho y espalda, además de los caracoles, media hogaza de pan macizo y una botella de Muga.

Un par de horas después, doña Presen toma “Alcalinos Gelos” y doña Patrocinio rechaza la sopa de picadillo y los sesos rebozados que la he preparado Patrito con tánto amor y dedicación. Sólo bebe un vaso de agua de Vichy que le hace echar unos eruptos de cargador del muelle.
-¡Hija de mi vida! Total, para un cafelito que me ha puesto doña Presen y fíjate cómo se me han revuelto todas las bilis del cuerpo.

Patrito no responde porque su corazón y entendimiento han escapado escaleras abajo tras Joaquín, el cobrador de “El Ocaso”, que le ha robado un beso suave y tibio. Un beso parecido a eso que dicen que es la felicidad.