martes, 17 de diciembre de 2013

Buenas días. Mi cuerpo más que descansar parece haber estado luchando contra el Nadie de anoche. He dormido a trancazos, expulsada del sueño a patadas y, en la ducha, me he visto un moratón en la espalda en el que se lee: "TÚ".
(Bajo a la farmacia a comprar Trombocid y a poner una denuncia contra Nadie)
 










 Foto: Chema Madoz

Nadie

Vuelvo de la piscina. Las calles casi vacías y un viento que arremolina las hojas y las hace bailar. Mi cuerpo está cansado y mi mente acelerada. Una sensación de amenaza me acompaña la espalda, un nadie que me sigue y que desaparece si le nombro: Nadie, Nadie. Y es sólo soledad. Buenas noches.

  Fotografía: Mustafa Sabbagh

lunes, 16 de diciembre de 2013

Hacerse la muerta

A mí me gustaba bastante hacerme la muerta. Me tumbaba en el suelo en alguna postura inverosímil y esperaba a que apareciera mi abuela que, proclive a ponerse siempre en lo peor, se asustaba muchísimo.
Sin embargo, si era mi hermana quien aparecía en el momento de mi acto mortal, se limitaba a patearme el hígado hasta que reaccionaba.
Mamá, en primera instancia, se cargaba de paciencia y se limitaba a reconvenirme de modo suave (siempre les cabía la duda de que yo estuviera mal de la cabeza como mi tía Elvira)
-Nené, hija; eso de hacerse la muerta está feo. Tú disfrázate de Sissi o ponte a imitar a Genoveva de Brabante que se te da tan bien.
-Mamá es que me aburro
-Pues cómprate un mono (mi hermana aportando soluciones imposibles)
-Pues cómpratelo tú (yo, en estos casos, era poco ágil a la hora de responder –y poco ágil en general-. Las respuestas ocurrentes y dolorosas a esos ataques se me ocurrían después, cuando la persona a la que iban destinadas estaba en Pamplona o lejísimos).
-¡Socorroooo ! (Luci acababa de descubrirme desvanecida junto a la fresquera)
Mamá, en segunda instancia y liberada de paciencia, aparecía con la zapatilla en la mano y me atizaba una tunda de órdago.
A mí, esas dos personalidades tan diferentes de mi madre me dejaban estupefacta y me producían (además de humillación) una admiración sin límites hacia sus dotes interpretativas.
A la hora de merendar aparecía con el bocadillo en la mano y la sonrisa en los labios
-A tí te va a pasar como a Pedro y el lobo, que un día te vas a morir de verdad y vamos a dejarte ahí tirada porque nadie se lo va a creer.
Que lista era la tía.
©Nené Ortiz

 Ilustración: Catrin Welz-Stein

sábado, 14 de diciembre de 2013

Clase de música

En la puerta, la aldaba tenía forma de mano y sobre ella relucía la chapita con el corazón de Jesús.
-¡Por Dios; cuántas veces te he dicho que no des portazos!
-Es que vengo contentísima porque se ha muerto la madre Sinfónica.
-¿Pero, qué dice esta niña? (mi abuela mirando a mi madre).
-Que se ha muerto Sor Marcelina Subirús, la que daba clase de música.
La madre Sinfónica tenía una verruga peluda cerca de la boca y un ojo estrábico que despistaba.
-Como brotes de olivoooooooooo....
(Yo detrás de ella hacía aspavientos con las manos poniéndome bizca. Y ella, con aquel ojo que giraba 180º, debía verme y se giraba lanzándome un tortazo que me dejaba medio lela).
-Está muy feo alegrarse de la muerte de nadie
-Depende
-Ni depende, ni dependa (así acostumbraba mi madre a zanjar los temas: "Ni luego, ni luega: ahora". "Ni por favor, ni sin favor: hoy no sales, estás castigada". "Ni con fulana, ni con mengana: tú, no vas".... Y así sucesivamente. Este es un lenguaje universal de las madres que yo he aplicado con fran eficacia cuando me ha tocado ejercer.
La madre Sinfónica en su caja de pino y con los ojos cerrados daba menos miedo que viva (y también menos asco).



El baño

Los viernes por la noche era el día del baño. El agua se iba quedando fría y la yema de mis dedos como garbanzos en remojo. Mi madre me refregaba con una manopla que me dejaba la piel enrojecida. El pijama de franela y la bata de cuadros escoceses. El olor a Heno de Pravia flotaba en el aire y el espejo empañado me devolvía una imagen mía vulnerable y mojada, como del pato que sabía que jamás sería cisne. Mientras tomaba la sopa me vencía el sueño y me alegraba no ver el uniforme del colegio preparado en la silla para el día siguiente. El lunes era algo lejano y estaba en medio un largo fin de semana. Era feliz y no lo sabía.

El trapito

En el colegio, los viernes teníamos clase de labor (un pañito de tela blanca en que habíamos de representar las diferentes posibilidades de costura. Desde la vainica ciega, al bodoque, pasando por el punto de cruz, el de cangrejo, el filtiré, el petipuán y el punto pelota a mano -las vascas-). Yo tenía una particular aversión al tiempo entre costuras y, donde mis compañeras lucían muestras de alienación perfecta, lo mío era la bala que mató a Kennedy (y casi con las mismas consecuencias, debido a la errática trayectoria de mis filas y a las manchas que salpicaban mironianamente mi absurda labor).
-Le voy a poner a usted un uno por no ponerle un cero.
-Ah; pues entonces mejor. No vea lo contentos que se van a poner en mi casa. (Yo era una optimista impenitente).
Bueno, gente querida. Le voy a pasar unos hilvanes al día, a ver si aguanta sin que se me descuelgue el bajo.


Cuentos de la radio

Todas las noches cenábamos sopa de primer plato y después algo ligero. En invierno me calentaban el pijama en el brasero. Recuerdo las sábanas heladas y la luz tamizada que me llegaba desde el fondo de la habitación donde mi madre, sentada junto a la radio, hacía punto...
(Quisiera soñar hoy y verla así, viva y hermosa, tejiéndome jerseys que picaban y escuchando juntas los cuentos de la radio). Buenas noches.


La cogedora de puntos

En un tabuco mínimo del portal tenía su industria Amparito. Siempre inclinada sobre el vaso iluminado por la luz del flexo. El tejido tirante como la piel de un pequeño tambor en el que percutía cogiendo los puntos a las medias.
-Dice mi madre que si están.
Amparito revisaba en un cajón los paquetes envueltos en El Correo Español, cada uno con su nombre en letra redondilla.
A mí me gustaba estar allí, en la penumbra del local, viendo el cogote de Amparito con el pelo recogido en un moño francés y su collarcito de perlas Majórica.
-Una peseta
Si me sobraba algo me lo gastaba en chicles Bazoka.
-¡Virgen de la Vega, peseta y media por una carrera, esto es el acabose! Dile a Amparito que la próxima vez las tiro.
Amparito hubiera querido ser vocalista de conjunto, pero su padre no lo consintió. Amparito canta "Eres diferente" con mucho gusto y entonación y, bajo su chaquetita azul celeste late un corazón desbocado y soñador.


https://www.youtube.com/watch?v=cbq16UMD6XI#t=11 

Desánimo

 






¿A cuál de las que soy vestiré hoy? El traje de la felicidad está mojado y a la blusa del ánimo le faltan tres botones. El armario atestado de lo que no me gusta o no me sirve, como la vida.

En blanco

 



Se derramó la noche sobre mí
sin manchar nada.

Colada

Los lunes era día de colada y durante toda la mañana se oía el girar del émbolo de la lavadora, la ropa oliendo a jabón en escamas. Más tarde había que escurrir, aclarar y sumergir en azulete las prendas blancas. Cuando podía participar de aquella alquimia lo hacía, y me encantaba escuchar la cantinela sobre los tiempos en que había que lavar en el río y la comodidad que representaba aquella lavadora eléctrica para mí tan ruidosa e incómoda. Mañanas de lunes con sábanas flotando bajo un sol que aún calienta ahí, en un lugar resplandeciente de la memoria.

Direcciones

 




Las escaleras en la noche sólo sirven para subir o para escapar.

Hora de la luz

 





Mañana de domingo.
El día se despereza lento y vacío.
El aire huele a niebla y tinta de periódico.
Es la hora de los perros con dueño
y del encuentro con la luz.

La sombra

Camino bajo el sol de invierno, puede que aceche la tormenta, pero mi sombra queda detrás y la esperanza es más que una palabra.
Buenos días, salgamos a empaparnos de vida.


Greguerías de una mujer en sábado

. El empleado de la frutería llama “Mari” a todas las clientas (yo le llamo Pepe -aunque su nombre sea Frutero-)
. El carrito del híper carga con todo (menos con mi cansancio)
. La depilación solo arranca los pelos (lo demás se queda)
. La crema antiarrugas huele a heliotropo (un olor imposible)
. La pobreza es como la belleza (el producto de un mal reparto)
. La niña tira las cáscaras de pipas en el interior del autobús (la mamá también). Las dos dan un poco de asco.
. El hueco de la escalera huele a berza (como el pasado)
. Los niños albinos son como las sandías amarillas (sorprenden)
. El sonido de los tacones en una calle desierta (da un poco de miedo)

(Hoy estoy algo cansada (por eso mis palabras suenan a trombón y no a violín).
(Me voy a la peluqueria a ver si me entontezco más)





Milagro

Buenos días. Es mi deseo. Pero hay amaneceres en los que todo duele (menos la sangre, el cabello y las uñas). El cuerpo, un enemigo al que hay que derrotar para que sólo permanezca este pulso que empuja a la hermosura, a darse cuenta de lo que no es visible.

"Mi corazón espera, también hacia la luz y hacia la vida, otro milagro de la primavera". (A.Machado)


Patio de luces

Buenas noches. Asomada al patio observo la luz de las cocinas encendida, el repiqueteo de un tenedor batiendo, una madre que llama a cenar, el olor de la sopa... Y siento haber sido expulsada del paraíso de una infancia, que me es devuelta en estos gestos triviales de la vida.

Islandia

Bueeenos días. Hoy estoy derrotada. Fuera de esta cama andan merodeando los cocodrilos de la información con ganas de arrancarme una pierna en cuanto la asome. Y en este no saber y no saberme, me pasaría el día imaginando que soy islandesa y que estoy en España de vacaciones.

Motas de polvo

Buenos días. Un sol tibio de invierno entra por la ventana. Huele a café y pan tostado.... ¿Dónde se ha metido Nené? Llegará tarde al colegio. (Yo miraba las motas de polvo suspendidas en los rayos de sol y creía en los ángeles).



Diciembre

Buenas noches. El fuego arde lento en la chimenea. El perro y el niño tienen el mismo dulce sueño sin fantasmas ni monstruos. Y yo, con las armas de plumas y papel, velo la vida que imagino. Fuera la noche dice que es Diciembre y la creo.


Luz de faro

Buenas noches. Hoy me acostaré muy pronto. Fuera, el mar está en calma y las calles casi vacías (con esa soledad de los inviernos en la costa). La luz del faro barre cada nueve segundos el interior de mi cuarto como si fuera el rayo de una tormenta inexistente y yo, en mi cama caliente y protegida, seguiré las peripecias de los personajes de mi novela.

CHASCARRILLOS LOCALES COMPLETAMENTE INCIERTOS

Rubén Carajote (vecino de Camas) y votante del PP, se compró un aparato para alargarse el pene y la única neurona con la que se había manejado hasta la fecha se le desplazó al miembro. Entonces le dio por expresarse en el idioma de las pollas y la gente le preguntaba:
-Rubén, qué, cómo te va el aparato.
-Egy fiatal fazakas városba költözéséhez kerté.
-¡Ah, menos mal!
En la siguiente legistatura su partido lo incluyó en sus listas como candidato al Congreso por saber idiomas.
 


 Ilustración: Anna Chilivonchik

Cosas de infancia

EN MI CASA. DE NIÑA:
-Mamá
-Qué
-Me miro en el espejo y me desdoblo
-Eso le pasa a todo el mundo
-Ah

EL FRIO
Al comenzar el invierno me colocaban la camiseta de punto de canalé.
-Me pica horrores, abuela. Yo no lo puedo resistir.
-Pues si no te la pones, a lo mejor pillas una pulmonía y te mueres de repente de un pasmo definitivo.
-Ah... Pues casi lo prefiero
-Hija, eres enteramente como tu tía Elvirita
-¿Alta?
-No; idiota.


Tarde de domingo

Aquí todavía hay un resto de día. La melancolía de las tardes de domingo en las que sentimos una soledad rara, como si nos hubiéramos perdido de niños en un bosque y el alma recordara. Buenas noches.

Agradecimientos

Parece que siempre es más fácil ver lo que nos falta que lo que tenemos. Ayer en un momento bajo me dediqué a hacer una lista de lo segundo y anoté entre otras cosas: tengo un techo, tengo comida, tengo grandes amigos, tengo gente que me quiere, tengo buenos hijos, tengo un viejo amor que aún perdura cuarenta años después, tengo libros, tengo música, soy mujer y no he nacido en Afganistán, tengo agua caliente y fría con sólo abrir un grifo... De pronto, alcé la cabeza y lo vi: Ah... Y tengo una ventana que da al mar (cómo ser infeliz sin ser mezquina teniendo tánto). Me sirvió darme cuenta. Buenos y agradecidos días.


La humedad del mar

Buenas noches. La humedad del mar emploma los cristales y abrillanta los suelos de las azoteas. Un pila de libros en la mesa de noche, sábanas limpias oliendo a mediodía. Aunque aullen los destinos y los lobos, yo me acojo al calor de la noche y me entrego a los sueños que habitan las palabras.

Buen viaje


Hoy es uno de esos días en los que subiría a cualquier tren y viajaría con la nariz contra el cristal, como los niños. Hoy me iría de mí, de ésta que soy a veces: oscura y húmeda como un caracol en una tapia. Quizá cualquiera de vosotras también se sube a trenes sólo para encontrarse con otra que la habita en la zona más clara y luminosa del paisaje. Buenos días y buen viaje.

martes, 2 de julio de 2013

La Sisina

Terminé de montar la maqueta del tren cuando la noche comenzó a apropiarse de las esquinas más hondas de la habitación. Las vías hacían un recorrido sinuoso entre pequeños montes pelados coronados por nieve artificial. En las laderas aparecían esparcidas aquí y allá casas de labranza con tejados de pizarra a dos aguas que se asomaban  a praderas del verde intenso de las mesas de billar. Allí pastaban rebaños de vacas de raza Betizu con sus largos cuernos en forma de lira.

El reloj de la estación se hallaba detenido a las cinco y diez, y en la puerta de la cantina había un perro desproporcionado colocado allí por mi nieto Rubén quien lo había rescatado del interior de un huevo Kinder. El cartel colocado a la entrada de la estación rezaba: “La Sisina” y al final del andén un arco de medio punto se  abría a un túnel oscuro que se adentraba en la cadena montañosa. La locomotora de vapor Manresa y Guardiola con sus cromados brillantes y la casilla del maquinista pintada de rojo, esperaba dispuesta la señal de salida del Jefe de Estación.

     Apagué la lámpara y con la luz escasa que entraba por las ventanas, comprobé que el paisaje que habitaba el tren adquiría un clima más íntimo. Más real en su miniatura, parecía desprender una especie de aliento y vida oculta.

    Esa noche soñé que llegaba a “La Sisina” y que descendía del vagón entre el vocerío de los maleteros y de las mujeres que vendían cuartillos de leche y mantecadas. Entré en el pueblo y me encaminé a la fonda que me había recomendado el maletero alabando su limpieza y su ubicación en la plaza mayor, ésta con una fuente de siete caños que llenaba los cántaros de las mujeres y apagaba la sed de las caballerías.

    Me pusieron de almuerzo una carne que parecía haber muerto de muerte natural por lo dura y correosa y,  tras un aguardiente casero que consiguió disolver en parte la contundencia del guiso, me dispuse a recorrer el pueblo de caserío más bien escaso, pero rico en huertas atravesadas por una acequia rumorosa en cuya linde avanzaban en fila india los frutales cargados de membrillos y melocotones que habían recogido el calor del verano que tocaba a su fin.

En un recodo del camino apareció un  prado con un solitario nogal. Tendí la chaqueta sobre la hierba y dormí largo rato. Me despertó con violencia el reloj digital  desgranando las noticias sobre  el caso Gurtel y permanecí quieto, con los ojos cerrados, deseando que el sueño fuera este despertar y mi vida real siguiera suspendida bajo el nogal de La Sisina.

Me incorporé, y mis ojos por fin abiertos se posaron sobre la almohada en la que reposaba una nuez perfecta, dorada… como un regalo de los dioses.

Nené Ortiz

jueves, 20 de junio de 2013

Brindis en sombra

Eduardo Recife
Brindemos por la fila mas honda de los cines. Donde el amor costaba tres pesetas. Fila de mancos, espectadores ciegos, sesiones dobles en tardes de domingo.

Por el tazón de loza, por los platos con el reborde azul y el tintineo del almirez majando aliños verdes como la esperanza.

Brindemos por las torres donde hacían sus nidos las cigüeñas regresando en San Blas, como las chiribitas y el diente de león.

Por el frescor que brotaba de los portales húmedos en mediodías sofocantes de Agosto.

Calles vacías y ecos de diario hablado.

Nené Ortiz

viernes, 14 de junio de 2013

Una mujer en viernes


 . El empleado de la frutería llama “Mari” a todas las clientas (yo le llamo Pepe -aunque su nombre sea Frutero-)
. El carrito del híper carga con todo (menos con mi cansancio)
. La depilación solo arranca los pelos (lo demás se queda)
. La crema antiarrugas huele a heliotropo (un olor imposible)
. La pobreza es como la belleza (el producto de un mal reparto)
. La niña tira las cáscaras de pipas en el interior del autobús (la mamá también). Las dos dan un poco de asco.
. El hueco de la escalera huele a berza (como el pasado)
. Los niños albinos son como las sandías amarillas (sorprenden)
. El sonido de los tacones en una calle desierta (da un poco de miedo)

Hoy estoy algo cansada (por eso mis palabras suenan a trombón y no a violín).

Nené Ortiz

martes, 11 de junio de 2013

Epitafio del planeta Tierra

Grito el nombre de esa que todavía soy y el sonido brota entre los escombros del piso superior, avanza por las calles desiertas, trepa por las ruinas del Paseo del Prado y se alarga al chocar contra el bronce de Velazquez que mira impasible desde sus ojos vacuos. Se pierde al fin entre las rejas del jardín botánico habitado únicamente por el inmenso ciprés que se yergue en este cementerio global como último testigo de vida.

Permanezco en lo único que ha sobrevivido de nuestra casa,  rodeada de todos los objetos que amamos: tu sillón de orejas desvencijado, la colección de piedras, la cama que fue cómplice de gritos y susurros, el viejo exprimidor de naranjas que sudaban sangre, la máquina Singer de la tatarabuela Carmen (que aún funciona),  las fotos sepia de las vidas que fuimos y que fueron…

He bajado a este sótano/cámara mortuoria lo que quiero que perdure en el tiempo, lo que quizá pueda disculparnos ante otros mundos por la destrucción definitiva del nuestro. Contar a los que vengan que hubo amor antes, durante, y después del desastre, aunque quizá no fue bastante.

Los libros me rodean como las alas de un ángel laico protector y todas las historias contenidas me hablan desde los estantes como un coro que me acompañará en la despedida. Voces que me hicieron más feliz y mejor.

Estoy reclinada en la tumbona de rayas amarillas que acunó mis días de sal y mar y he abierto la sombrilla para tapar un sol que ya no existe. Me he vestido con la vieja bata de flores desvaídas y he guardado en el bolsillo una nota con el último verso de Machado que superó el dolor del destierro y la muerte: “Estos días azules y este sol de la infancia”.

Soy la última en marcharme y lo hago viendo las viejas películas:  Amelie hundiendo la mano en un saco de legumbres, haciendo rebotar las piedras en el agua y observando las cosas que nadie ve. En “La reina de Africa” Charlie abraza a Rose y Salvatore contempla emocionado en la oscuridad del cine los besos censurados de “Cinema Paradiso”. Los judíos entregan a Schindler el anillo forjado para él con una inscripción en hebreo, proveniente del Talmúd: "Aquel que salva una vida, salva al mundo entero".

Esta es mi idea de la expresión del amor en esta tierra, del amor que no fue suficiente pero fue.

Trago la cápsula y con el último aliento musito los versos de Huidobro:

“Abrid esta tumba:
al fondo se ve el mar”

Nené Ortiz

Videos favoritos

La canción más bella y triste del mundo en una interpretación genial de Silvia Pérez Cruz

lunes, 10 de junio de 2013

Esa mujer madura

hay algo desolado en ella
como un cisne con las alas mojadas
como los tiovivos en invierno

ese paisaje es solo un espejismo
tiempo que se duele


el cuerpo mientras tanto
vibra de cascabeles
y las manos aletean para secar las plumas

hay algo restallante en ella
como el resplandor de la bengala del náufrago

algo que se afirma sobre el dolor
como la escayola sobre la fractura
en la que se pintan girasoles erguidos

hay un armario en ella
lleno de abrigos para la esperanza
lleno de sueños aún posibles

hay un rastro en la nieve en el que encajan
todas las pisadas

Nené Ortiz
  

Greguerías I did it my bay


Las niñas de los ojos son la retina para los oftalmólogos, para los padres suelen ser las hijas.

El calcetín es esa prenda que se llevan los extraterrestres a su mundo de una sola pierna.

La palabra orgasmo es como el olé, que no tiene explicación.

Los barcos son las moscas de una sopa azul.

El padre de la palabra justicia se llamaba Liberto Utopía y murió un martes de carnaval.

Los labios no son labios hasta que se rozan con otros, hasta entonces son la puerta de la boca.

Un niño montado en un tiovivo siempre viaja al futuro, salvo los huérfanos del hospicio que viajan al pasado por ver a su madre.


Nené Ortiz

Haikus gaditanos I did it my way...


    Ildefonso Capillas se dió una pomada en la espalda para combatir un dolor agudo, y le salió una urticaria con la forma del paso de la borriquita.

    Doña Rosa (la del perrito de pitiminí) fue a extirparse un quiste del sobaco y le sacaron una ausencia del tamaño de un melón.

    Catalina Amor (componente del Coro de la Viña)  quedó embarazada a los sesenta y cinco años y parió una bandurria. Le puso de nombre "Imposible". 

    A Dña. Teófila Martínez le sale un orzuelo enorme y el oftalmólogo diagnostica una acumulación de sucesos que no ha querido ver.

    La señorita Chari (esperando ver el rayo verde) miró al sol desde el puente canal con  tanto ahínco, que tuvo un desprendimiento de retina y se quedó completamente tuerta del ojo marrón.

    Rubén Carajote (vecino de Camas) se compró un aparato para alargarse el pene y lo poco que había aprendido hasta la fecha se le desplazó al miembro. Le dio por expresarse en el idioma de las pollas  y la gente le preguntaba:
    -Rubén, qué, cómo te va el aparato.
    -Egy fiatal fazakas városba költözéséhez kerté.
    -¡Ah, ya!


Nené Ortiz

sábado, 8 de junio de 2013

BANDERA DE AUSENCIAS



En el patio no cantan las criadas, ya nadie canta en el trajín del día.

De la cuerda gastada pende un pantalón sin piernas. Lleva tendido ahí enfrente desde que nos mudamos a ésta casa, hace ya once años. La inclemente luz de Cádiz ha ido devorando su primer color y del azul apenas quedan restos desvaídos. Esa bandera de ausencias empaña de melancolía mi primera taza de café cuando me asomo al día que comienza.

Los días de levante, el pantalón sin cuerpo cobra vida y baila la danza del desasosiego retorciéndose en torno a la cuerda del tendedero.

Hoy decido no verlo. Huyo de la ventana porque temo que la soledad del pantalón sea sólo el reflejo de la que parece instalada tras los cristales sucios, donde quizá haya un hombre tendido sobre la cama, en calzoncillos, y con una mosca triste posada en los labios.

Nené Ortiz

miércoles, 5 de junio de 2013

PERSONAJES DE PLAYA: En domingo




Los domingos la playa cambia de aspecto: aparecen familias dispuestas a pasar el día pertrechadas de sombrillas, sillas, mesas plegables, flotadores, neveras con refrescos y fiambreras repletas de tortilla y filetes empanados.
Los más pequeños se bañan en las pozas que dejó la marea y los mayorcitos, son vigilados por sus atentas y cantarinas mamás:
-¡¡¡Chariiiii: como te metas en lo jondo te arranco la cabezaaaaa!!!
-¡¡¡Semanuéeee: como le jagas ajogadillas a la Chari me ví a cagar en tus muelas!!!
La abuela, bajo la sombrilla, tiene los pies a remojo en una barquita de plástico con forma de delfín.
Comen, duermen la siesta y al atardecer echan una partida de cartas.Ya con el sol tocando el mar observo como recogen sus cosas y se alejan con los niños en brazos, llenos de sol y sal, agotados.
A una le gustaría a veces formar parte de estas familias, donde todos son felices sin saberlo.

Nené Ortiz

PERSONAJES DE PLAYA: Una pintada




En el alto muro que separa la playa del paseo hay una pintada enorme que dice: ¡¡MENTIROSO!!

PERSONAJES DE PLAYA: Joven cruda


Al comenzar el día y con la playa casi desierta, una mujer joven hace tai-chi con mucha concentración y estilo. Cuando acaba el ejercicio, se sienta a leer libros de autoayuda en la zona de sombra que proyectan los edificios del paseo marítimo. Tiene ese aspecto espiritoso de las personas que comen sobre todo cosas verdes, hacen yoga y se alinean los chakras con facilidad. Suelen hablar bajito y sin brío, como si temieran despertarse a sí mismas. Están sanas, pero con un tipo de salud que se parece un poco a la muerte.

Nené Ortiz

martes, 26 de marzo de 2013

PERSONAJES DE PLAYA: El topógrafo




 Un señor con su bañador Meyba pasea la playa arriba y abajo entre los dos espigones.
-¡Buenos días! ¿Usted sabría decirme lo que mide la playa?
-Pues sí señora, porque soy topógrafo y me la ando todos los días cuatro veces. Mide aproximadamente 700 mts y digo aproximadamente porque, como usted comprenderá, la distancia varía según esté la marea.
-¡Ah, ya!
-Casi tres kilómetros ando cada día.
-¡Pues menuda salud tendrá usted!
-Pues sí.
-Adiós y que usted lo ande bien.
-Y usted que lo vea.

Nené Ortiz