miércoles, 4 de junio de 2014

San Antonio

Mamá ha pedido una conferencia con Madrid y después nos ha contado que Luisi, la muchacha de mi tía Marita, se ha casado de la noche a la mañana con un señor de Aranda de Duero que tiene una fábrica de morcillas. Mi tía Marita, atroz devota de San Antonio, ya está hablando de milagro porque Luisi; además de entrada en años y carnes es más fea que Picio.
Y habla de milagro porque en Junio me tocaba revisión con el doctor Ruíz de Embito y fuimos mamá y yo a Madrid. El día trece, mi tía nos llevó a la Luisi y a mí a la ermita de San Antonio de la Florida. Fuimos en taxi desde la plaza de Barceló porque la Luisi se empeñó en ir disfrazada de chulapa con gafas. Su prima Remedios, que también sirve en Chamberí en la calle de Luchana, le dejó el vestido y mi tía Marita un mantón de Manila de seda rojo que le iba como un tiro al vestido de percal con lunares amarillos. Daban ganas de cuadrarse como los quintos ante la bandera. Como no había clavel para la cabeza, se puso uno de plástico de los que tiene en su habitación en un jarrón de barro con un lema que dice: “Recuerdo de Torrelodones”. Mi madre viendo el panorama decidió quedarse, más que nada porque mi madre a lo que más teme en el mundo es a hacer el ridículo.
A las puertas de la ermita se forman cada trece de Junio unas colas larguísimas de mujeres que quieren sacarse novio. Vuelcan trece alfileres en la pila bautismal y ponen la mano sobre el montón. Según los que te queden clavados en la palma, ese será el número de novios que te saques ese año.
Hay alguna que saca clavados hasta seis alfileres.
-¡Que vergüenza!
-¡Caray, qué tía!
-¿Qué quieren ustedes que haga? ¡Suerte que tiene una!
La Luisi sale de la ermita con la cara arrebolada y sonriente. Lleva un único alfiler en su mano cerrada. Ella sabe que no vale cuando se prenden muchos, el bueno es el que se clava fuerte, duele y hace sangre. Como el amor.

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