Al terminar las clases de
la mañana, suena la campana de salida y en el patio nos ponemos a jugar
a la goma esperando la salida de mi hermana para volver juntas a casa. A
veces me dan unos ataques de asma durante los que me siento
morir. El aire entre en mis pulmones con un esfuerzo inmenso y sale de
ellos con un pitido angustioso como de pez fuera del agua.
Como siempre, hago el recorrido tratando de no pisar raya hasta que empiezan a dolerme las pantorrillas.
-¡Deja de hacer tonterías y date prisa! Mamá dice que no se explica cómo tardamos tánto. ¡Anda, que cuando te vea como estás!
Los calcetines han desaparecido dentro de los zapatos, las rodillas las
tengo, una vez más, llenas de de postillas que me arranco o desaparecen
con un nuevo golpe. Hoy llevo un reguerillo de sangre seca que recorre
toda la pierna, una coleta sí y una no y medio bajo del uniforme
descosido y colgando.
-¡Vaya horas de llegar! ¡Hija de mi vida; ¿pero que te ha pasado?
-Fíjate mamá, es una mezcla entre los picaos de tu pueblo y Cantinflas.
Mamá es de San Vicente de la Sonsierra. Donde en Semana Santa salen las
procesiones de “Los Picaos”. A mí me dan un miedo horroroso, pero
siempre vamos.
-Ve a lavarte la cara y a peinarte. Así no te sientas a comer.
Mi madre convierte siempre la hora de la comida en una clase de urbanidad.
-Límpiate los labios antes de beber.
-Siéntate derecha.
-Mastica con la boca cerrada.
-Coge el cuchillo con la derecha.
…
-Mamá: este filete tiene más nervios que yo. Es una auténtica mierda.
-Ahora mismo coges tu plato y te vas a comer a la cocina. Y como vuelvas a hablar así es que te divido.
-¡Ya podías parecerte a un poco a tu hermana!
A mi madre le gusta mucho dividirme y ponerme como ejemplo las virtudes de mi hermana.
Yo a mi hermana me parezco como un huevo a una castaña, o sea, nada. Ni
física ni moralmente. Físicamente porque yo soy larga y con el pelo
claro y mi hermana es una niña menudita, morena y con cara de tener
mucho fundamento y razón. Y moralmente porque yo vivo en pecado casi
mortal y ella en estado de gracia. Estudiosa, reservada y sensible, me
llevaba (y afortunadamente sigue llevándome) siete años que, por aquel
entonces, eran una barbaridad.
En la actualidad, mi hermana es
el resultado de una mezcla entre Agustina de Aragón, Teresa de Jesús,
doña Concha Piquer, La Pasionaria, Cocó Chanel, la madre de Bambi y la
Virgen de los Desamparados. Terca como una mula, tiene unas tablas de la
ley propias de las que no se apea así la mates. Tiene también un
terrible corazón que se le rebela cada dos por tres y jugándole malas
pasadas, haciéndole llorar por cualquier ternura y dejándola con el culo
al aire y a los demás sin saber qué hacer con nuestro amor por ella.
Son lágrimas que se asoman desde dolores viejos que dejaron un clamor
perpetuo de tristeza y soledad en su alma y en la mía. Dolores que
mutilan definitivamente la arteria de los dolores leves.
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