miércoles, 2 de abril de 2014

Mi hermana

Al terminar las clases de la mañana, suena la campana de salida y en el patio nos ponemos a jugar a la goma esperando la salida de mi hermana para volver juntas a casa. A veces me dan unos ataques de asma durante los que me siento morir. El aire entre en mis pulmones con un esfuerzo inmenso y sale de ellos con un pitido angustioso como de pez fuera del agua.
Como siempre, hago el recorrido tratando de no pisar raya hasta que empiezan a dolerme las pantorrillas.
-¡Deja de hacer tonterías y date prisa! Mamá dice que no se explica cómo tardamos tánto. ¡Anda, que cuando te vea como estás!
Los calcetines han desaparecido dentro de los zapatos, las rodillas las tengo, una vez más, llenas de de postillas que me arranco o desaparecen con un nuevo golpe. Hoy llevo un reguerillo de sangre seca que recorre toda la pierna, una coleta sí y una no y medio bajo del uniforme descosido y colgando.
-¡Vaya horas de llegar! ¡Hija de mi vida; ¿pero que te ha pasado?
-Fíjate mamá, es una mezcla entre los picaos de tu pueblo y Cantinflas.
Mamá es de San Vicente de la Sonsierra. Donde en Semana Santa salen las procesiones de “Los Picaos”. A mí me dan un miedo horroroso, pero siempre vamos.
-Ve a lavarte la cara y a peinarte. Así no te sientas a comer.
Mi madre convierte siempre la hora de la comida en una clase de urbanidad.
-Límpiate los labios antes de beber.
-Siéntate derecha.
-Mastica con la boca cerrada.
-Coge el cuchillo con la derecha.

-Mamá: este filete tiene más nervios que yo. Es una auténtica mierda.
-Ahora mismo coges tu plato y te vas a comer a la cocina. Y como vuelvas a hablar así es que te divido.
-¡Ya podías parecerte a un poco a tu hermana!
A mi madre le gusta mucho dividirme y ponerme como ejemplo las virtudes de mi hermana.
Yo a mi hermana me parezco como un huevo a una castaña, o sea, nada. Ni física ni moralmente. Físicamente porque yo soy larga y con el pelo claro y mi hermana es una niña menudita, morena y con cara de tener mucho fundamento y razón. Y moralmente porque yo vivo en pecado casi mortal y ella en estado de gracia. Estudiosa, reservada y sensible, me llevaba (y afortunadamente sigue llevándome) siete años que, por aquel entonces, eran una barbaridad.

En la actualidad, mi hermana es el resultado de una mezcla entre Agustina de Aragón, Teresa de Jesús, doña Concha Piquer, La Pasionaria, Cocó Chanel, la madre de Bambi y la Virgen de los Desamparados. Terca como una mula, tiene unas tablas de la ley propias de las que no se apea así la mates. Tiene también un terrible corazón que se le rebela cada dos por tres y jugándole malas pasadas, haciéndole llorar por cualquier ternura y dejándola con el culo al aire y a los demás sin saber qué hacer con nuestro amor por ella. Son lágrimas que se asoman desde dolores viejos que dejaron un clamor perpetuo de tristeza y soledad en su alma y en la mía. Dolores que mutilan definitivamente la arteria de los dolores leves.

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