Los domingos nos poníamos la ropa más nueva,
íbamos a misa de doce y, a la salida se tomaba el vermú en las terrazas
de verano y se escuchaba el concierto de la banda municipal que,
instalada en el templete central de la plaza, interpretaba "El sitio de Zaragoza".
Los niños rebuscaban por el suelo las chapas de Myrinda mientras las
niñas, con nuestros zapatos de charol y calcetines blancos de ganchillo,
intercambiábamos cromos de la colección "Vida y Color". Armadas con
nuestra lista llena de tachaduras, íbamos recitando el "sile" o "nole"
correspondiente.
-El 17
-Sile
-El 26
-Sile
-El 96
-¡NOLE!
-Como es doble, te lo cambio por 30 siles.
A Sorayita sólo le faltaba el 186, que era dificilísimo y acumulaba
unos tacos tremendos de cromos que sujetaba con elásticos de los que
usaba su padre, que era Cajero en el Hispano Americano.
Los
domingos era también el día en que se comía pollo asado y se iba a la
sesión de tarde a ver "Marisol rumbo a Río". En el cine no se tomaban
palomitas sino chocolatinas... Pero esa es otra historia de la que ya
hablaremos.
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